A tu Puerta
Llegó…
Un silbido
lacerante y monótono
Abría cada
mañana tu testigo silente
Donde mismo el
sol dibujaba variaciones
Rincón
privilegiado, donde yacías
Cuando el
albor brillante hacía de aldaba.
Tú de correr
raudo descerrajabas el portón
Vertías tu
mirada a la calle
Buscando un
sendero sinuoso, habitado
Vestido con el
paso del centinela
Aquel perdido
bardo de estancias cortas.
Él dibujaba en
su sien extraviada
Cada sinusoidal
descrita por tus rojos terciopelos
Arropados por
el verdor fulgente de su foresta
Trepando el
pretil sin dejar vitral sin ceguera
Endiosando vuestro
encuentro, danzando lejos.
Retumbaron los
cañones del bergantín
Rompiendo la mansedumbre
en la bahía
Atemorizando a
ignaros de mal augurios
Irisando cada
pátina de tez oscura, o níveo carmesí
Horadando peripecias
preñadas de soliloquios.
Distinto es el
plenilunio de este mes, otoñal esquirla
Orates que
cubren ribetes acompasados en aullidos
Unas manos
caídas, unos apéndices tendidos
Ya ves una
silueta, ya rompe el ambiente su aroma
Tus retinas se
deshilachan, se desviven en sal.
Hoy, a tu
puerta llegó, una carta rodada en romero
Símil de
pergaminos entre odaliscas, carcomida
Mas no hay
cartero, no hay chico con gorra de plato
No, hoy tu
pecho se acelera, se distrae del ayer
Es ella que
rueda hacia ti, agua cristalina de la mañana
Melodía con
sabor a canela y limón, sin sucedáneos
Aquí te
fundes, te embebes en sus ropas raídas
Sientes que es
el día, la espera premiada, la vuelta.
©Santiago
Pablo Romero. Bluesman.
Imagen:
FernándezCáceres.