Hendidura…
Hierro que rueda, cordaje que cuelga
Entre dos habitáculos, medianeros
Ninguno sin ella vive
Dos palacios se abastecen de ti
Inicias a llorar el roto en tu piel
Decenas de años quiebran el tiempo
Ululan en el silencio, antes desierto
Rueca que hila sin prisas
Añadiendo color a la vida.
Atesorando historias, tu rededor colmado
Riego de arenas infértiles, tornándolas
Un vergel se yergue a tus pies
Décimas serás las simientes asidas
Insistiendo en el tesoro que ronronea en ti
Distinguiendo los verdes vivos, los encalados níveos
Nada se diluye como el reflejo regio en un balde
Enhestados los rostros frescos, saciados
Haces del moribundo, caminante sin horizontes
Horizonte que dibuja la lineal cuerda sujeta a las
puertas
Encendiendo cada nueva aventura, tras saciar la sed
Nadas en llantos por haberte quebrado la epidermis
Domesticando tu savia, pero te haces imprescindible
Igual que la carantoña de un niño, tras su inocencia
Dos palmas elevadas al cielo, o un cuenco lleno de
pan
Una almohada donde aposentar los sueños
Rico es el hombre que todo lo ve en tus aguas
Alargando así su esperanza de labrarte un cuidado.
Hendidura exquisita que entre piedras derramas maná
Insuflas valentía al decaído, instauras tronos
Y cubres leyendas de oasis donde manaba el desierto.
©Santiago Pablo Romero.Bluesman.
Imagen: FernándezCáceres’15