jueves, 15 de mayo de 2014

Refulgencias…






Refulgencias…


Largo trecho he recorrido
Hasta llegar a este postremo retozo
Embebiéndome de toda triza o corpúsculo
Siendo sendero, carga para redimir
Esos cuántos que se apoderaron de mí.
Lento unas veces, remanso sosegado
O raudo, licencioso silbido explosivo
Perenne hoja, centinela del paso
Breviario de una vida esquiva o generosa
Heme aquí pergeñando mi pátina incolora.
Suena, suena, no oyes el sibilino canto
De la vereda que cruje, del gorjeo sencillo
Bebe de mí, alimento soy, me sé útil
Y quiebro mi alma, para ser, y llegar
Denodado son, acantilado que brota.
Perpetúas sin remisión, ni aderezo hueco
Todo refulge al caer al abismo lejano
Bajo las sombras del espolón del miedo
Perdiéndose la entereza, asiendo el hálito
Pues ya nada somos, sino parte del todo.
Refulgencias acicaladas hemos de ser
Llegaremos al inmenso mar de los sargazos
Donde amamantaremos la estirpe novel
Rezagando el hilo del atuendo fidedigno
Delineando mil inflexiones en un tapiz luengo.
Nada sencillo fue caminar tras la hojarasca
Y no sentir el golpe duro del olvido
Mas somos plétora agua, quedos en recuerdos
Anchos de pálpitos decisivos, exonerados
Firmes candidatos a vivir por siempre
En las sienes que se hacen eco de las gargantas
Por generaciones venideras, cánticos del bosque.

©Santiago Pablo Romero.Bluesman.

Imagen: FernándezCáceres.

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